Las bicicletas de Descenso han sido siempre el ‘rara avis’ del MTB. Han evolucionado marcando sus propios tiempos y han sido las últimas en rendirse a la tecnología más innovadora, como la de los cuadros de carbono o el auge de las ruedas de 27,5 pulgadas.
Pero, al mismo tiempo, marcan tendencia e influyen en los sistemas de suspensión del resto de modalidades, sobre todo del Enduro.
La morfología y el diseño de la bici de DH difiere con respecto al resto de categorías. En esta modalidad todo va encaminado a obtener un comportamiento intachable en bajada. Por lo tanto, no hay resquicios para incrementar las dotes del pedaleo. De ahí que surjan las geometrías ajustables, que permiten variar cotas como la distancia entre ejes, longitud de vainas o la altura del eje de pedalier. Modificar uno u otro parámetro es crucial para alcanzar el éxito en un tipo de descenso u otro.
GEOMETRÍA PARA VOLAR: 4 PARÁMETROS
1. Distancia entre ejes: Larga genera estabilidad entre 1.200 y 1.225 mm.
2. Longitud de vainas: También larga aplomo y control a altas velocidades entre 425 y 460 mm.
3. Ángulo de dirección: Muy relajado, firmeza y control sobre todo en los saltos en torno a los 63º.
4. Ruedas: Dominan las de 27’5 pulgadas con gran compromiso entre manejabilidad y estabilidad, también se usan las de 26”.
TRANSMISIÓN REDUCIDA
En Descenso, el pedaleo tiene un papel secundario, sólo ayuda en la salida y aceleraciones posteriores, sobre todo tras el paso de curvas cerradas. De esta manera, se opta por el monoplato, de 36 o 34 dientes, bielas cortas (165 mm) y se incluye un guiacadenas que evita salidas inesperadas de la misma. Como norma, las velocidades van desde las 7 hasta las 10.
SUSPENSIONES, EL NÚCLEO DE UNA DH
Lo más destacable y espectacular en una bicicleta de descenso son sus suspensiones. Se tiene la sensación de que toda la montura ha sido diseñada alrededor de ellas y en muchos casos es así. Los recorridos, de gran longitud para absorber fuertes impactos, rondan los 200-205 mm en el eje delantero y los 200-240 mm en el trasero, influenciados por los sistemas usados en el motocross:
Horquillas gigantescas y rígidas: lo que demandan este tipo de monturas es una gran rigidez. La tecnología que se impone en la competición son las de doble pletina, excepto en algunas monturas de acceso con un enfoque más Freeride, con gruesas barras de 40 mm y ejes pasantes de 20 mm de diámetro por 110 de longitud.
Amortiguadores multiplicados: los esquemas traseros suelen ser bastante complejos. Participan en él diversas bieletas o pivotes, así como sistemas flotantes de los basculantes o los propios amortiguadores. El objetivo es incrementar aún más el recorrido, evitando, al mismo tiempo, una pérdida de control y eficacia ante los numerosos impactos y vibraciones que acaban en el cuadro.