Patagonia la marca que apoya manifestaciones por el futuro de nuestro planeta
Hay algo innegablemente enternecedor en los niños cuando protestan. Ellos mismos pintan sus carteles y sus caras con colores primarios y agregan algo de brillantina. Sonríen y bromean mientras se agrupan para tomarse selfies. Pero aún si se ven festivos, también son serios.
Los millones de jóvenes que se han tomado las calles durante el último año saben que a su generación no le tocaron las cartas ganadoras, y que los adultos están tirando la esponja.
“La base del problema es que en esencia no se está haciendo nada para detener, o siquiera hacer más lento, el colapso climático y ecológico, a pesar de todas las palabras bonitas y las promesas”, le dijo Greta Thunberg, una joven activista sueca de 16 años, al Parlamento británico el pasado abril. “Este comportamiento permanentemente irresponsable sin duda será recordado por la historia como uno de los mayores fracasos de la humanidad”.
Inspirada por los estudiantes de Parkland, Florida, que marcharon fuera de sus salones para protestar por la violencia armada en marzo de 2018, Thunberg hizo su primera huelga escolar en agosto de ese mismo año. Rápidamente la siguieron más y más estudiantes alrededor del mundo que comenzaron a paralizar sus estudios cada viernes. El 15 de marzo de 2019, más de un millón de escolares no fue a clases durante un día de paralizaciones global.
“El colegio no va a importar en el futuro si es que estamos demasiados ocupados arrancando de eventos climáticos extremos.”
Pasé ese día en Nueva York junto a estudiantes de primaria y secundaria mientras se movían desde el edificio de las Naciones Unidas a la alcaldía y al Museo Americano de Historia Natural con la esperanza de ser escuchados. Si no tienes edad para votar, y no quieres heredar un planeta inhabitable, marchar tiene mucho más sentido que las clases de gimnasia. “El colegio no va a importar en el futuro si es que estamos demasiados ocupados arrancando de eventos climáticos extremos”, dijo Alexandria Villaseñor, una de las organizadoras de las protestas escolares en Nueva York.
Durante la protesta, observé a los chicos tomar ansiosamente su lugar frente a Naciones Unidas, sosteniendo carteles que decían cosas como YOLO (“solo se vive una vez” por sus iniciales en inglés) con la imagen de la tierra en la primera O. Cuando uno de ellos dio la señal, todos se tiraron al piso en silencio para simular una muerte conjunta y advertir de que la crisis climática podría acortar sus vidas. Al verlos así recordé mi primera performance de muerte conjunta por la expansión de una mina a rajo abierto en 2014, en Lusacia, una zona en la frontera de Alemania y Polonia. Al mirar a estos chicos me pregunté, una vez más, si su mensaje lograría algún efecto. Ya sabemos todo lo que tenemos que saber, y lo hemos sabido por mucho tiempo.
En 1988, el año en que nací, el Dr. James E. Hansen, un connotado científico de la NASA, dio un testimonio en el senado indicando que estaba 99% seguro de que el calentamiento global estaba sucediendo y que era causado por los humanos. En su testimonio, el Dr. Hansen dijo que los gases de efecto invernadero estaban causando eventos climáticos extremos, como olas de calor y sequías, cada vez más frecuentes e intensos. Durante una entrevista con el New York Times después de su intervención, dijo, “Es hora de dejar de cacarear y decir que la evidencia de que el efecto invernadero está aquí es bastante contundente”.
Hicimos algo mucho peor que cacarear. Mientras las compañías petroleras como ExxonMobil en campañas de desinformación para sembrar dudas respecto de la urgencia de esta crisis, nosotros le inyectamos más emisiones de carbono a la atmósfera, atrapando en ella más calor y contribuyendo a las mortales olas de calor, huracanes catastróficos y una interminable temporada de incendios en el oeste americano. En mayo de este año, un instrumento instalado en un volcán de Hawai‘i arrojó un registro de dióxido de carbono en nuestra atmósfera de 415 partes por millón, el más alto en la historia de la humanidad y muy superior al umbral de 350 ppm que se considera seguro. A los días de esa lectura también nos enteramos de que al menos un millón de especies están en riesgo de extinción debido a la actividad humana, que es mala para los humanos también.
Los niños “muertos” frente a las Naciones Unidas también leyeron esa noticia y se la tomaron a pecho. ¿Por qué no lo hicimos todos?
Al observarlos, me di cuenta también de que ellos no solo estaban estableciendo un punto. Estos niños nos estaban mostrando cómo hacerle frente, encontrándonos y manteniéndonos unidos.
“Cuando alguien muere joven, piensas que se fue muy temprano”, dice Shifra Morris-?Evans, de 15 años, cuando hablamos más tarde ese día de mayo. “Así es como nos sentimos respecto de nuestro planeta”.
Morris-Evans es miembro de XR Youth, el brazo juvenil de Extinction Rebellion, un grupo de protesta europeo (y beneficiario de las donaciones ambientales de Patagonia) que paralizó Londres en hora punta varias veces esta primavera. Estábamos hablando sobre el duelo por el clima y cómo los chicos de su edad están lidiando con la ansiedad el pensar en el colapso climático.
“Somos muy jóvenes para morir”, agrega. “Aún tenemos una chispa y creo que podemos hacerlo. No estaría en esto si no creyera que podemos”.
Más temprano en el año, mientas las huelgas de los jóvenes alcanzaban su punto más alto, los gobiernos del Reino Unido e Irlanda fueron los primeros países en declarar una emergencia climática. Las elecciones del parlamento europeo esta primavera vieron la mayor tasa de votantes en décadas, y los partidos verdes ganaron más escaños que nunca antes.
“Con la acción viene la esperanza” dice Saoi O’Connor, de Irlanda, con 16 años de edad. “Nos sentimos más esperanzados de lo que hemos estado en un largo tiempo. Hablamos bastante sobre puntos de inflexión con el cambio climático. La gente dice 11, 5 años… No sabemos exactamente cuándo ya no podremos retroceder. Pero creo que estamos alcanzando un punto de inflexión social. La gente está comenzando a ver que es el mayor conflicto de nuestros tiempos”.
Hay muchas razones por las que hemos fallado como sociedad para responder suficientemente bien a la crisis climática, incluyendo algunas bastante irracionales que nos han servido en el pasado. Los más afortunados entre nosotros miran a su alrededor y ven un medio ambiente estable y templado, y siguen felices surfeando la ola de la negación. Sin embargo, si estos niños nos han enseñado una cosa, es que no es muy tarde para cambiar. Podemos partir de a poco, simplemente con hacernos presentes. ¿Necesitas motivación? Entonces míralos. Y el 20 de septiembre, únete a personas de todas las edades en una jornada global de protesta, que dará inicio a una semana entera de acción climática alrededor del mundo. Como dijo Greta Thunberg luego de que el primer ministro de Escocia declarara la emergencia climática en abril, “El activismo funciona. Así que actúa”.